Jan Lisieki - un pianista excepcional
- lauraragucci
- 26 jul
- 2 Min. de lectura
En 2010 decidí visitar Singapore para festejar el año del Tigre de Oro, un momento especial para todos los tigres como yo. Singapore es un lugar muy interesante, en especial para los argentinos, acostumbrados a las grandes extensiones. Más que un país, Singapore es una ciudad en contínua transformación, recorrible y vivible, pero con una tradición cultural totalmente ajena a la nuestra.
Recorriendo el parque Merlion encontré, inesperadamente, un piano blanco y decidí sentarme cerca, para ver si llegaba alguien a tocarlo. Así, totalmente inesperado, fue mi primer encuentro con Jan Lisiecki. Un joven alto y delgado, vestido informalmente, se acercó muy decidido al instrumento y arrancó con una bellísima polonesa de Chopin.
Su interpretación era brillante y muy clásica, hasta que de pronto se transformó en algo distinto, algo que nunca había oido antes: "Chopin tocado a la Mozart". Una combinación extravagante, que nos cautivó por algunos minutos, hasta que nuevamente mutó. Gracias a un rápido giro de su mano, que movió algo dentro del piano, el sonido se transformó radicalmente. Medio teclado sonaba como si fuese un clavicordio, mientras que la otra mitad conservaba su sonido original.
Chopin apenas si se distinguía, jazzeado, tocado al unísono en este instrumento de dos voces. La gente, que al principio no había registrado la llegada del pianista y que conversaba alegremente durante la primera pieza, estaba ahora absorta y muda. Lisiecki seguía moviendo cosas y cambiando la voz del piano, los ritmos, las melodías que por momentos parecían conocidas y por otros eran totalmente atípicas.
Desde ese día seguí a Jan Lisiecki, este talento polaco, radicado en Canadá, pero ciudadano del mundo, que con nueve (9) añitos dio su primer concierto con orquesta. Ya con quince fue contratado por la Deutsche Gramophon para grabar Chopin y era mundialmente reconocido por su pasión y virtuosismo.
Diez años más tarde la vida me sorprendió y tuve el placer de volverlo a escuchar desde mi butaca en la Cazuela del Teatro Colón. Este inusitado placer fue fruto, una vez más, de la casualidad. El Mozarteum trajo a la Orquesta Filarmónica de Cámara de la ciudad de Bremen para tocar junto a un virtuoso del violín, Christian Tetzlaff. El violinista, desafortunadamente, se vio obligado a cancelar su gira. Jan se prestó a suplirlo y deslumbró con su interpretación del Concierto para piano y orquesta nro 3 (opus 37) de Ludwig van Beethoven. El bis fue sublime. Lisiecki interpretó el nocturno nro. 21 en Do Menor de Chopin, que rara vez oímos en el Colón, con una sensibilidad e intensidad pocas veces vista. Un verdadero deleite.
Espero no tener que esperar otros 10 años para volver a tener el placer de oírlo tocar en persona. ¡Hasta pronto Jan!
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