De ladrones comunes a grandes personas
- lauraragucci
- 26 jul
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El film que Hirokazu Koreeda rodó en 2018 ha sido objeto de interpretaciones diametralmente opuestas. En algunos países se la presentó bajo el nombre Ladrones de tienda (Shoplifters) mientras que en otros se la tituló Somos una familia. Si bien el título de una película no juega un rol determinante a la hora de apreciarla, asombra semejante divergencia.
Koreeda no es precisamente un director desconocido, su carrera se remonta a la década del 90, cuando se dedicaba a documentales, pero ya en 1995 presentó su primer largometraje de ficción Maborosi, la trágica historia de dos jóvenes enamorados. Su temática favorita han sido desde siempre las relaciones interpersonales. Esta tendencia se hizo aún más notoria en sus últimas y más celebradas producciones: De tal padre, tal hijo y Nuestra hermana menor.
La imagen inicial de Somos una familia nos muestra a un adulto y una jovencita, que roban algunos productos en un supermercado, luego compran algo de comida en un puesto callejero y finalmente, ya tarde a la noche, encuentran camino al hogar a una pequeña, llorando sola en su casa. ¿Cuál de estos tres hechos es el más relevante para la historia? ¿Será que quienes titularos la película como Ladrones de tienda sólo vieron los primeros siete minutos?
Koreeda presenta, con gran sensibilidad, una comunidad que no nos es ajena, a pesar de pertenecer a una cultura tan distinta a la nuestra. Una abuela que es crítica con los adultos, pero comprensiva con los niños. Una pareja madura, en la que hay más compañerismo que amor y mucha discusión a la hora de tomar decisiones. Una joven que se ocupa principalmente de su apariencia y un niño introvertido, pero muy inteligente. Son una familia no por el mero hecho de compartir el espacio, sino porque se preocupan unos por otros, se cuidan y ayudan.
Una interesante película, que nos muestra la vida de un grupo marginal, pero sin centrarse en los detalles morbosos, que los hay, sino señalando con vehemencia la calidez de las relaciones interpresonales, los lazos de afecto que los unen y no requieren ser verbalizados para resultar evidentes y las estrategias que el pequeño grupo pone en práctica para sobrevivir con sus escasos ingresos. En este entorno, la nueva presencia viene a desequilibrar el precario equilibrio que arduamente mantienen, eso no es una sorpresa, y sin embargo, la pequeña pasa a formar parte de “la familia” casi automáticamente.

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