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Recorré la Noche de los Museos conmigo

  • lauraragucci
  • 9 nov
  • 6 Min. de lectura

La Larga Noche de los Museos se llevó a cabo en la ciudad de Berlín, hace casi 30 años. La idea era permitir a quienes trabajan durante los horarios habituales de apertura, disfrutar de la actividad cultural de la ciudad una noche al año. 9 años después, gracias a la hermandad Berlín-Buenos Aires, el evento llegó a Argentina. Así en noviembre de 2004 29 museos porteños abrieron sus puertas gratuitamente desde las 19 horas hasta las 2 de la madrugada. Aquí el propósito inicial se modificó, dado que se resignificó el espacio “museo” incorporando muestras especiales y actividades participativas, para transformarlo así en un espacio vital, que tentara a un público más joven.

Desde entonces han pasado 21 años y hoy son 300 los espacios que abren sus puertas. No sólo se trata de museos, sino de galerías de arte, escuelas y espacios al aire libre. Para facilitar el acceso, a quienes no viven tan cerca de los puntos de su interés, la ciudad ofrece un pase gratuito para los buses de la ciudad, que se puede descargar de internet. En el horario del evento, se puede recorrer la ciudad gratuitamente.

La apertura oficial del evento fue en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930), con la inauguración de una nueva escultura de Marta Minujín (1943), artista plástica de larga trayectoria, famosa por sus “happenings” en los años 70 y el “Partenón de los libros prohibidos” en 1983, una instalación con la que festejó el retorno a la democracia, regalando los libros que, durante los años de la dictadura, no se podían conseguir. Su instalación, concebida especialmente para la Noche de los Museos, es una Torre de Pisa, realizada con paquetes de tallarines. Una obra tan monumental como efímera, ya que los visitantes que la recorrieron podían llevarse un paquete de fideos.

Este año decidí hacer un recorrido distinto y buscar las propuestas nuevas, en edificios que suelen ser inaccesibles al público, evitando sistemáticamente los muesos. Los invito a acompañarme en este singular paseo por la ciudad.

Empecé mi recorrido en la escuela de idiomas más antigua de la ciudad, el IES “Juan Ramón Fernández”, conocido por todos como el “Lenguas Vivas” (Carlos Pellegrini 1515). En su hermoso patio, que tiene escalones a modo de anfiteatro, se instaló un modesto escenario, que fue poblado por los esfuerzos de profesores y amigos, que cantaron en los distintos idiomas. Las docentes de alemán armaron mesas con juegos, donde conocedores y curiosos pudieron poner a prueba su ingenio para resolver los desafíos. En el laboratorio del primer piso se usaron la película Undine de Christian Petzold y el poema Undine geht de Ingeborg Bachmann, como excusas para discutir la representación de la figura mítica de la ondina. Se analizaron fragmentos del film y se leyó el poema de Bachmann en forma coral, con su respectiva traducción realizada por los estudiantes del instituto. Fue un excelente comienzo.

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A pocos metros del emblemático y muy antiguo edificio del Lenguas se encuentra el espacio de arte de la Fundación Osde (Arroyo 807), inaugurado recientemente en la planta baja de un edificio modernista de la década del 30. Además de las obras premiadas en la 6ta edición del Premio Argentino a las Artes Visuales de la fundación, se pudo asistir a una performance, dirigida por la actriz y bailarina Leticia Mazur (1978), sobre el cuerpo de una joven cantante, Clara Trucco, más conocida como Wen. La idea general recordaba a las performances y el Body-Art de Marina Abramovic. La joven vestida de blanco, a modo de lienzo, adoptaba distintas posiciones y se invitaba al público a “decorarla”, haciendo uso de los pinceles y colores que se ponían a su disposición. Muchos asistentes participaron con entusiasmo, pintando tela y cuerpo sin distinción. El espectáculo se prolongó durante varios minutos.


Robot en el Centro de Ingenieros

Mi siguiente parada fue el Centro Argentino de Ingenieros, un lugar que rara vez abre sus puertas al público (Cerrito 1250). Según constaba en el programa se exponían una maqueta y algunas pinturas al óleo y también se exhibía el clásico de Charles Chaplin "El Circo”. Lo más impactante fue, sin embargo, la recepción en el hall de entrada. Al subir las escaleras el visitante se encontraba con un simpático robot cuadrúpedo. Este robot, creado inicialmente para la inspección industrial, puede manejarse a través de un control manual o programarse para que se desenvuelva autónomamente, gracias a sus sensores. El robot puede bajar su centro de gravedad, para desplazarse escaleras arriba o abajo con comodidad y su movilidad le permite desplazarse por terrenos irregulares sin problema. Los robots tienen la capacidad de ponernos en contacto con nuestro niño interior, nos generan preguntas y una extraña alegría. La gente que se había congregado en el amplio salón de conferencias, decorado con fotos de los ingenieros más destacados del país, seguía fascinada sus recorridos.


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Mientras caminaba rumbo a mi siguiente destino sucedió lo imprevisto. Quise ver cuántas personas había convocado la propuesta del Teatro Colón (Libertad 631), principal teatro lírico de la ciudad, pero cuando crucé la avenida Córdoba, vi para mi sorpresa que el Templo Libertad, la sinagoga más antigua de la comunidad israelita de Buenos Aires, estaba abierto. Su construcción inició en 1897 y duró casi 40 años. Su arquitectura tiene influencias tanto románicas como bizantinas y alberga uno de los pocos órganos Walcker que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. No sólo pude entrar, sino que disfruté del Concierto para Dos Violines de Johan Sebastian Bach, interpretado por la orquesta de jóvenes, con la participación del primer violín de la orquesta estable del Teatro Colón. Un verdadero lujo. A modo de bis, el maestro interpretó una obra del genial Astor Piazzola. La sinagoga ofrece cada miércoles al mediodía un “Concierto en Libertad”, en obvia alusión al nombre del Templo, erigido sobre la calle Libertad (Libertad 769), pero jamás había podido asistir a uno, hasta el día de hoy.


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Tal como era de esperar, más de un centenar de personas se agrupaban en torno al Teatro Colón y esperaban pacientemente que les llegara el turno de ingresar. La noche era cálida y la cantidad de gente en las calles, hacía pensar que era mucho más temprano, pero ya era casi medianoche. Decidí visitar otro de los lugares misteriosos de la gran ciudad. El edifico de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones, también conocido como Palacio Cangallo, es imponente por sí mismo (Perón 1242). La masonería tiene una larga historia en el país, sus orígenes se remontan a 1857 y se dice que el Padre de la Patria y Libertador de América, el general José de San Martín, era miembro. Gran cantidad de miembros de la logia recorrían la calle, ayudando a la gente a organizarse. Otros, en el templo mismo, explicaban la simbología y las tradiciones. Todos portaban una remera muy vistosa, con el símbolo de la logia, y saludaban con mucha cordialidad a los visitantes. En el gran salón de reuniones del primer piso, un conjunto de artistas musicales cantaba ópera, cuando yo llegué. En diciembre se presentará, en el mismo espacio, la Novena Sinfonía de Beethoven, en un gran concierto abierto al público, con un coro multitudinario. Lo más impactante, las mujeres masonas, portando todas sus joyas e insignias, recorriendo la fila de ingresantes, contando sobre la rama femenina de la logia. Inusitado.

Casi a la 1 de la madrugada llegué a la Plaza del Congreso. La calle Irigoyen estaba cerrada por el micro de la Biblioteca Móvil, el Bibliomóvil, un ómnibus de doble altura, equipado con computadoras y con más de 5000 libros. A su alrededor había pequeñas mesas con libros y juegos. Los niños disparaban flechas de juguete y coloreaban dibujos de sus libros favoritos. Los adultos podían recorrer los depósitos y acceder a las colecciones especiales o experimentar la técnica de la litografía. Me decidí por lo segundo y me fui feliz con una impresión del Edificio del Congreso en color verde, como recuerdo de esta edición de la Noche de los Museos

. Espero que hayan disfrutado de este recorrido y que, a partir de ahora, estén atentos, si se encuentran a principios de noviembre en Buenos Aires, a futuras ediciones.  


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