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Carta a Malevich

 

Querido Kazimir:

Después de muchos años me he decidido, finalmente, a escribirte. He tratado de ignorarte y denostarte tantas veces… Me disculpo.

Quizás los profesores de arte hayan sido en parte culpables, mostrándome únicamente tu Cuadrado negro sobre fondo blanco e insistiendo en el “sentimiento puro” expresado en la pintura. Nunca percibí ese sentimiento en las reproducciones a mi alcance, y hoy puedo afirmar que tampoco lo percibo en el original… quizás soy incapaz de experimentarlo, porque me falta valentía para abandonar la tiranía de las cosas, no lo sé.

Ahora veo y entiendo tu esfuerzo por refundar la pintura a partir del grado cero como una alegre utopía propia de la época. No es ese arrebato sin embargo, el que me lleva a escribirte esta carta.

Debo confesarlo, fui conquistada por tu exquisito Ejército Rojo, que “cabalga” – delicioso anacronismo – rodeado por una nube de polvo resplandeciente, sobre un provocativo campo ondulado, que tiene reminiscencias alemanas. En la gracia de ese galope estático quede suspendida y me abrí a tu magia. Casi puedo escuchar el ruido de los cascos sobre el árido suelo de la estepa. El flamear de los estandartes y las crines en el viento. Ese pequeño pero decidido grupo, una línea a lo lejos, que va revelándose, desgranándose, agigantándose lentamente, me habla de sentimientos profundos, vívidos, comunes a todos. Y así, transida por esta herida de tu hábil pincel, pude disfrutar del colorido grupo de campesinas que asoma detrás de rostros esquivos y hasta acercarme a tu trabajosa arquitectura.

La vaquita sobre el violín me permite imaginar interesantes intercambios con Chagall. ¡Qué locura una escuela de arte en la que Chagall fue el director y vos un profesor! Imagino lecciones apasionadas de ambos, antes de que Stalin acabara con toda esa efervescencia cultural, que permitió el surgimiento de un poderoso movimiento vanguardista. No estabas solo, Kazimir, te acompañaban figuras tan potentes como Aleksandr Ródchenko, Natalia Goncharova y el querido Marc, aunque no coincidieras con ellos.

Sospecho que, a pesar de tus esfuerzos por ocultarlo, también vivías fascinado por la naturaleza, como yo. Me lo han susurrado las palomas que decoran los aleros de tus aldeas.

Quiero decirte que ahora entiendo que tu mayor triunfo ha sido, tal vez, enmascarar todo tu amor por la forma detrás de un cuadrado, y lo respeto.

Hasta siempre

Laura

 

Retrospectiva Kazimir Malevich - 11 de diciembre de 2016

Fundación Proa

© 2019 hecho por Laura Ragucci

Todos los derechos reservados.

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